Nos pasa a muchos de nosotros, especialmente a los millennials que sentimos la lucha por escalar la escalera corporativa.
La presión para tener éxito está por todas partes. La vida de lujo, esas fotos perfectas de Instagram que retratan la 'buena vida', las películas que nos dicen que tener un excedente de efectivo trae la mejor alegría.
Hemos sido absorbidos. Hemos sido absorbidos por una realidad que no es real, y estamos comenzando a alejarnos más hacia lo que son las simples alegrías de la vida.
A los veintiséis años, supongo que se podría decir que es la mejor edad para tener la vida bajo control. Hace seis meses, mi calendario estaba lleno de reuniones, y solo reuniones relacionadas con el trabajo, mis días de mirar la pantalla de la computadora se alargaban continuamente y el tiempo que pasaba en casa se acortaba.
En pocas palabras, mi vida giraba en torno a este trabajo. Solía cancelar las clases de gimnasia y los planes para aprender recetas para cocinar la cena porque no eran de alta prioridad en comparación con el trabajo que tengo.
Pero no fue hasta que un día, de repente, tuve un colapso. Se me ocurrió que no trabajaba para vivir, sino que vivía para trabajar. Daba miedo dar un paso atrás y ver mi semana típica, tenía un tiempo mínimo para hacer cosas que me hicieran reír y feliz.
Realmente me dio una llamada de atención, una especie de crisis de un cuarto de vida. Necesitaba cambiar y empezar a concentrarme en las cosas felices de la vida, especialmente a esta dulce edad de veintiséis años.
Sabía que era excelente para hacer las cosas en el trabajo, pero no para mi tiempo libre. Comencé a comprender qué era y cambié algunos de mis hábitos para adaptarme a mi vida personal.
La única regla para mí ahora es programar algo emocionante para mi a la semana - algo que es puramente para disfrutar.
Me aseguro de que esté en mi calendario, porque si puedo comprometerme con elementos relacionados con el trabajo en mi calendario, también puedo comprometerme con elementos relacionados con el trabajo.
Después de seis meses, puedo decir con seguridad que el equilibrio entre mi vida laboral y personal ha mejorado enormemente. Estoy más feliz, espero con ansias las semanas y ahora estoy recopilando experiencias significativas que solía tener tan mal. Es muy simple y todos tienen la capacidad de hacerlo realidad.